En la última década del siglo pasado, Europa se vio sacudida por una serie de incidentes alimentarios que pusieron de manifiesto la necesidad de establecer normativas rigurosas para garantizar la seguridad de los alimentos y piensos en la Unión Europea. En respuesta a esta imperante demanda, la Comisión Europea desarrolló un enfoque integral para la seguridad alimentaria, que se plasmó en el «Libro Blanco sobre Seguridad Alimentaria». Este enfoque abarca todos los sectores de la cadena alimentaria, desde la producción de piensos hasta la venta minorista, con el objetivo de asegurar la calidad y seguridad de los alimentos en cada etapa del proceso.
En el año 2002, se dio un paso crucial en la consolidación de estas regulaciones con la aprobación del Reglamento (CE) Nº 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo. Este reglamento estableció los principios y requisitos generales de la legislación alimentaria, creó la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y definió procedimientos relacionados con la seguridad alimentaria. Uno de los aspectos clave de este reglamento, mencionado en su artículo 17, es que «los explotadores de empresas alimentarias y de empresas de piensos se asegurarán, en todas las etapas de la producción, la transformación y la distribución que tienen lugar en las empresas bajo su control, de que los alimentos o los piensos cumplen los requisitos de la legislación alimentaria pertinentes a los efectos de sus actividades y verificarán que se cumplen dichos requisitos».
El operador económico es, por tanto, el principal responsable de la seguridad alimentaria de los productos que comercializa y tiene que cumplir una serie de obligaciones:
1. Seguridad: Los operadores económicos no deben comercializar alimentos o piensos que no sean seguros. Esto implica la necesidad de utilizar equipos de inspección avanzados, como detectores de metales y equipos de inspección por rayos X, para identificar posibles contaminantes metálicos u otros elementos no deseados en los productos alimentarios.
2. Responsabilidad: Deben asumir la responsabilidad de que los alimentos y piensos que produzcan, transporten, almacenen o vendan sean seguros. Esto incluye la implementación de prácticas de producción segura y el cumplimiento de las regulaciones sanitarias y de calidad.
3. Trazabilidad: Deben ser capaces de identificar rápidamente a sus proveedores o clientes. La trazabilidad es esencial para identificar y gestionar posibles problemas de seguridad alimentaria de manera eficiente.
4. Transparencia: Si tienen razones para sospechar que los alimentos o piensos bajo su responsabilidad no son seguros, deben informar inmediatamente a las autoridades competentes. La transparencia es esencial para proteger la salud pública.
5. Emergencia: Si tienen razones para creer que un alimento o pienso no es seguro, deben retirarlo inmediatamente del mercado. La seguridad de los consumidores es prioritaria.
6. Prevención: Deben determinar, revisar regularmente y someter a control los puntos críticos de sus procesos para prevenir problemas de seguridad alimentaria. Esto incluye la inversión en tecnología de sistemas de control de calidad en línea., entre los que destacan los detectores de metales, equipos de inspección por rayos X y controladoras de peso industriales.
7. Cooperación: Deben cooperar plenamente con las autoridades competentes en las acciones emprendidas para reducir los riesgos alimentarios. La colaboración es clave para una respuesta efectiva en situaciones de crisis.
Además, en 2020, la Comisión Europea presentó la Estrategia «De la Granja a la Mesa», vinculada al Pacto Verde, con el objetivo de lograr un sistema alimentario sostenible que sea beneficioso para los ciudadanos, la sociedad y el planeta. Busca garantizar la seguridad alimentaria, la salud pública y la sostenibilidad ambiental, al tiempo que fomenta una economía más equitativa y competitiva en el sector alimentario.
El compromiso de las industrias con la seguridad y calidad de los alimentos es esencial para proteger a los consumidores y garantizar una cadena alimentaria segura y sostenible. La inversión en sistemas de control de calidad en línea es una parte fundamental, asegurando que los alimentos lleguen a la mesa de los consumidores libres de contaminantes y garantizar un consumo seguro.
En Ibercassel trabajamos e innovamos constantemente para mejorar y optimizar nuestros equipos de control de calidad en línea, en pro de ayudar a las industrias alimentarias en el cumplimiento de la normativa y para garantizar que su producto final esté libre de contaminantes, evitando la posible retirada de productos y los perjuicios que ocasiona a la imagen de su empresa y la pérdida de confianza por parte de los consumidores finales. Contacte con nuestros expertos para que le asesoren sobre los equipos a instalar según su línea de producción, productos a detectar, etc.